Confieso soy una mirona, una fisgona, una vouayer (pero sin sexo, eh!); la culpa no es mía, la culpa es de estas obras que no me dejan ni un momento.
Qué estoy hablando con el trooper electricista, pues mientras el fontanero se va a mear (sí sí mear) en mitad del jardín. ¡Joder!
Qué me despisto un momento sacando la chimenea de su sitio con los albañiles, el alicatador del baño alicata más alto una pared que otra.
Qué estoy hablando por teléfono, los soldados imperiales aprovechan para romper una baldosa de la bodega (la única habitación a la que no hay que cambiar el suelo).
Que estoy en la bodega comprobando que suban la chimenea a la altura que yo quiero no a la que les da la gana a ellos, me llenan el halcón milenario de salpicaduras de cemento.
Esto a groso modo es lo que ha acontecido estos días, no se les puede dejar ni un momento solos que te la lían; intento llevarlo con humor, firmeza, filosofía y resignación.
HUMOR, cuando se volvió el simpático fontanero y me pilló mirándole (¿o le pillé yo a el?) se quedó un poco parado, pero yo con un poco de flema le comenté que con lo que ha caído estos días no hace falta más riego, para los otros puede entrar en el baño de la casa.
FIRMEZA, con todo el dolor de mi corazón, les tuve que decir que “re-alicataran” el murete, sí faltaban baldosas (que al final han sobrado) que pidieran más, pero que yo no me quedaba con un churro porqueno.
FILOSOFIA, me queda una única baldosa de la bodega, sí no rompen más bien, si rompen alguna más… se cambiará la más dañada. De todos modos son unas baldosas horribles.
RESIGNACIÓN, cojo la manguera y limpio el halcón milenario antes de que se seque el cemento y me termine por estropear la pintura.
El maestro Obi-wan dice que soy una exagerada, que confié en el poder de la fuerza y que por estar pegada a ellos no van a hacer menos chandrios, pero que sí me voy a poner más nerviosa. Pero cuando ha pasado lo del murete del cuarto de baño ha alucinado igual que yo.
Y eso que no le he contado todavía la última, quizá se entere por aquí…
Estoy hablando con Tarkin sobre la altura de la puerta balconera (que han encargado con unas medidas distintas a las presupuestadas), al entrar pillamos a uno de los albañiles en calzoncillos en mitad de la bodega. ¡qué corte!.
¿y qué hacía allí en calzoncillos? qué cosas!
ResponderEliminarLo del meón jardinero es lo más, pero es que, sin animo de ofender, el gremio es para echarle de comer a parte, eso si, lo bien que queda luego todo, a tu gusto, tan nuevo... ainsss, para presumir, hay que sufrir, que decía mi madre
Beso!
Uf! Creo que se estaba cambiando de ropa; o eso o he ligao!
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