El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento

9 de febrero de 2010

Mortadelo y Filemón


El otro día estuve en el salón del cómic, fue toda una sorpresa; allí estaban juntos (y revueltos) Esther y su mundo, calico electrónico, los 4 fantásticos, lobezno, el capitán trueno... y los inigualables, los formidables MORTADELO Y FILEMÓN. Sí esos dos calvos que hace ya más de 50 años llevan trabajando en la TIA para desconsuelo del superintendente y regocijo de millones de seguidores.
A mi, personalmente no es que me vuelvan loca, prefiero a la 13 Rue del percebe (me parto) pero... no puedo cerrar los ojos ante lo obvio, Mortadelo y Filemón son inigualables, El excelentísimo señor don Francisco Ibañez ha hecho de la caspa autóctona española un arte. Todos nos reimos de los kilos (toneladas más bien) de Ofelia, los artilugios del profesor Bacterio y las ocurrencias de Mortadelo. Todos.
Yo, la verdad es que no soy nada mitomana, las personas no suelen responder a las espectativas que se hacen sus seguidores; pero, he de confesar que el maestro Ibañez me dejó perpleja por su naturalidad, simpatía y saber estar. Quizá fuese por su calvicie, por su sonrisa de buena persona, o por su dedicación a todas y cada una de las personas que revoloteaban a su alrededor; en las dos horas y media que estuve en la cola para que me firmara un autógrafo (uno para mi primo y otro para el maestro Jedi) no le vi un sólo mal gesto, prestaba toda la atención a la persona que estaba (normalmente) abrumada por su presencia sobretodo contestaba y replicaba los comentarios (buenos y malos) que le hacían cada uno de los seguidores. No tuvo problemas en hacerse fotos con todos aquellos que querían (maestro Jedi no pudo evitarlo) y eso que nosotros estábamos al principio de una fila que rodeaba toda la sala y que a buen seguro no se acabaría en menos de tres horas.
Pues eso que chapeau al señor Ibañez, por una vez y sin que sirva de precedente diré que una persona publica me ha sorprendido gratamente; quizá es que no me esperaba nada, pero aún así lo dicho.

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